Víctor Fernández, al lado de un Quinquela. "Día luminoso" 1968.

Por Mariana “Jaqui” Ramirez

Hace algunas semanas, el histórico barrio de La Boca se vistió de fiesta para celebrar un nuevo aniversario. El colorido y la alegría inundaron las calles, y uno de los momentos más emotivos se vivió en el Museo Histórico de La Boca, donde se reconoció como ciudadano ilustre a Víctor Fernández, destacado artista plástico y director del Museo Quinquela Martín. Vecinos, curiosos y amigos acompañaron al homenajeado en este merecido reconocimiento.

A raíz de ese acontecimiento, hablamos con Víctor sobre el giro que la gran ciudad le propició para desarrollar su pasión, generando una trayectoria que le permitió ampliar aportes artísticos y culturales.

  • ¿Cómo empezó tu recorrido en el arte?

Son de esas cosas que uno no puede ubicar en un momento preciso. Siento que he dibujado toda mi vida, desde los primeros garabatos en la escuela. Lo que más disfruto es dibujar desde chico, yo soy de Necochea, un pueblo semi-rural. A pesar de eso, la presencia del arte era muy fuerte en mi entorno: siempre había un libro a mano y en la radio se escuchaba a Atahualpa Yupanqui.

Había mucha circulación de producción artística, formaba parte de la vida cotidiana. Sin embargo, lo que quizás no se podía era el desarrollo del arte como vocación. Faltaba un espacio adecuado para su desarrollo.

Eso sí sucedió cuando me mudé a Buenos Aires y, específicamente, a La Boca. Al caminar por las calles, me encontraba con talleres y era común percibir el aroma de la trementina. Fue durante mis visitas al museo que decidí dedicar mi vida al arte.

Paseando en la feria de Caminito, me encontré con el pintor Norberto Guevara, quien falleció hace más de una década. Él era autodidacta y me dió los consejos fundamentales para iniciar mi propio camino en el arte, como si quisiera que yo realizara la carrera que él no pudo concretar. Gracias a él, conocí a numerosos artistas que forman parte del patrimonio del museo. Muchas de las obras de esos artistas están en las salas del museo y yo tuve el privilegio de conocerlos personalmente. Entre ellos, puedo mencionar a José Mendi y Gorrochategui, quienes para mí eran como viejos amigos del barrio.

  • Algunos vecinos del barrio no suelen asistir al Museo ni a otros eventos culturales, pero llegan visitantes de otros países e incluso de provincias argentinas con gran interés por conocer La Boca y nuestros museos. ¿A qué crees que se deba esta diferencia?

Me parece que son los distintos modos de apropiarse de algunas cosas. Son muchas capas de la realidad objetiva, y al transitar o habitar una de ellas, inevitablemente se pierden de vista otras. Aquel que viene de otro contexto valora de manera distinta aquello que para nosotros es cotidiano y ha pasado inadvertido, porque te apropias de esa realidad desde otra perspectiva diferente.

Nuestra configuración cultural está modelada de tal manera que tendemos a subestimar lo que surge de nuestras propias raíces, esperando constantemente la legitimación de los principales centros culturales del mundo. Es como si la cultura solo existiera en otros lugares y nuestra misión es parecernos lo más posible para pertenecer. Esta actitud me resulta bastante irritante, es como una especie de obediencia.

  • Siendo artista y trabajando en el museo, ¿cómo organizas tu tiempo para ambas actividades?

Reparto los tiempos lo mejor que puedo, ya que siempre ejercí la gestión cultural y la docencia con la pintura. Siempre sentí que dedicarme a una sola cosa resulta insuficiente. En nuestro campo artístico, considero fundamental no solo producir obras, sino también participar en los procesos de circulación y formación. Me parece importante que los artistas se involucren en estos circuitos, no solo como una forma de contribuir al sector, sino también como una cuestión de formación continua para uno mismo.

Cuando estás pintando, te enfrentas a un montón de cosas que tienen que ver con el arte, y que de alguna manera pueden extrapolarse a la docencia y la gestión cultural.

Museo Benito Quinquela Martín

Museo Benito Quinquela Martín

  • ¿Cuáles son los desafíos próximos y los logros en el museo?

Llevo 16 años trabajando en el museo y 10 años dirigiéndolo. Los desafíos persisten en visibilizar numerosos aspectos aún desconocidos, no solo de Quinquela Martín, sino también de su legado y de la cultura que, trascendiendo La Boca, representa una forma particular de pensar la cultura nacional. A menudo, Quinquela es reducido a la figura del artista bohemio, asociado al color, a La Boca y al barco, como si fuera un mero producto turístico. Sin embargo, lo más profundo de su legado reside en su impulso innovador y en el simbolismo intrínseco a muchas de sus obras, aspectos que aún no han sido suficientemente difundidos. Asimismo, su compromiso con la capacidad transformadora del arte y la educación ofrece numerosas posibilidades de vincular su historia con la contemporaneidad.

En cuanto a los logros, quizás no sea correcto llamarlos así, pero sí considero que hemos vivido momentos mágicos, regalos de la vida. Me refiero a la posibilidad de vincular y explorar aspectos que parecían disociados. Un ejemplo de ello son las visitas articuladas que hemos organizado entre el museo y el entorno, especialmente a Caminito, un lugar muy visitado pero poco conocido en profundidad. Estas visitas han permitido ampliar significativamente el conocimiento sobre este museo al aire libre y su historia. Asimismo, la publicación de un libro con esa historia y la presencia del nieto de Gabino Coria Peñaloza. Siempre ha existido una cierta controversia sobre cuál es el verdadero Caminito, una enemistad que se acentuó entre Peñaloza y Filiberto. Somos esos símbolos que son el resultado de un largo proceso de divulgación, investigación y puesta en valor integral de una parte del patrimonio que, a pesar de estar presente, a menudo es cuestionado.

Además, realizamos visitas guiadas conjuntamente con la Fundación Proa, que conectan las exposiciones de ambas instituciones. Este encuentro entre cuestiones que aparentemente son muy diversas, pero al profundizar un poco encontras claves comunes. El trabajo de investigación de las áreas educativos del museo busca precisamente estos vínculos que permiten que la colección y la obra de Quinquela sigan siendo relevantes en la actualidad.

Otra visita conjunta se realiza con el Club Atlético Boca Juniors, donde no se habla de fútbol, es una especie de inversión al ADN cultural común que comparten Quinquela, el museo, el arte del barrio y el club. En el estadio, se ven las mismas producciones culturales que se ven en el recorrido previo.

  • Me gustaría volver al día en que fuiste declarado Ciudadano Ilustre. Una frase tuya me quedó grabada: “Para saber lo que es una red social, que vengan a La Boca”. Dada tu gran actividad en el barrio, me interesa saber qué sentiste en el momento en que te comunicaron que recibirías este reconocimiento.

Fue una experiencia muy emocionante que aún no lo entiendo del todo. Cuando llegué a vivir al barrio, siempre asistí a las celebraciones del Día de La Boca junto a Rubén Granara Insúa y el ciudadano ilustre era una persona admirada, especialmente los pintores, quienes eran para mí figuras emblemáticas. Verme a mí mismo en ese lugar fue raro, ya que siempre hice las cosas que me apasionan. De repente, sentir esa devolución tan afectuosa de muchísima gente, que venían y me felicitaban y yo no entendía nada, fue un gran aprendizaje. Creo que, en algún punto, pude haber conectado con los sueños, deseos y proyectos de muchas personas. Ojalá haya alguna razón que esa gente proyecte en mi tantas cosas que están buenas. Ahora yo no lo siento mías, eso me pasa, creo que es una cuestión que tiene que ver con el “nosotros” por eso me salió lo de las redes sociales. En todo caso todas esas cosas con las que uno trabaja, siento que soy una especie de administrador de esas cosas, de material muy sensible. Lo vi muy claro ahí.

Durante el evento, proyectaron un video muy emotivo en el que se incluyó un fragmento del museo donde expresé mis objetivos. Al volver a escucharme, sentí una gran satisfacción al comprobar que habíamos cumplido cada una de las metas que nos habíamos propuesto. Me felicitaron por ello, pero para mí era algo obvio: no prometo lo que no puedo cumplir. El arte te pone a salvo, el ejercicio del arte, estás en contacto con algo que es fatalmente necesario. Cada pincelada, cada color, cada decisión debe ser meditada. La transcripción entre el hacer arte debe ser coherente con mi discurso. No coincido en perder el tiempo diciendo que vamos hacer algo que no pienso llevar a cabo.

  • ¿Cuál es tu visión del arte en Argentina en este contexto de múltiples conflictos?

El campo del arte se encuentra en un momento de gran dinamismo y productividad, pero como muchos momentos en el arte, también es desafiante. Siento que existe una tendencia a banalizar la idea del arte. En el medio de todo lo interesantes que se produce, observo en las artes visuales y en la cultura en general un cierto esnobismo y una lectura superficial de muchas cosas. No comparto la idea de que todo es arte o de que todos seamos artistas, así como no todos somos neurocirujanos. Desde hace tiempo noto una desvalorización del oficio artístico, como si se premiara más la improvisación que la adquisición de un oficio. Aquellos viejos pintores solían decir que para que uno sea buen pintor debía haber gastado unos cuantos tonos de blanco.

Desconfió bastante cuando aparece una novedad. Creo que las verdaderas innovaciones de verdad suceden en el lugar y momento menos pensado y son fruto de un trabajo más lento y esforzado. En el panorama actual, percibo mucho ruido…prefiero un ambiente que aliente al esfuerzo, al talento que a veces es un poco ocultado por todo este ruido.

 

Es muy admirable que alguien tenga la aspiración y luche por dedicarse a lo que le apasiona. El verdadero reconocimiento reside en ese esfuerzo. Encontrar a alguien como Víctor Fernández, que se formó y dedicó su vida al arte, es inspirador. Además de su talento, destacó su humildad y su gran corazón. En cuanto al barrio, Víctor lo define como un lugar auténtico y advierte que, si se pierde esa esencia, también se perderá su atractivo turístico. Te invito a planificar una visita al Museo Quinquela Martín para conocer más sobre la historia y la cultura de La Boca. Quizás tengas la suerte de encontrarte con su ilustre director.


Museo Benito Quinquela Martín

Dirección: Av. Don Pedro de Mendoza 1835, CABA

Horarios: de Martes a Domingos de 11:15am a 18hs

Entrada: Bono $2000

Correo electrónico: comunicacion.mbqm@bue.edu.ar