Por Jaqui Ramirez

Un ambiente desagradable, un desagüe donde no para de correr el agua y la constancia del humo que se adueña del enorme escenario del Teatro Sarmiento. Todo esto preanuncia el comienzo de un panorama trágico en una noche demasiado fría para ser otoño.

Esta obra de teatro fue escrita por Mariana Chaud (autora y directora de La fiebre, Ubú patagónico, En la huerta, Sigo mintiendo, elhecho, Isósceles, Tercera expedición, Cliché y Todos los miedos) en diálogo con la obra de Nahuel Vecino (artista visual que inspiró a Chaud) y cuenta una historia que se enriquece con la mitología y se desarrolla en un espacio marginal, atípico para tratarse de Áyax, el héroe griego ejemplar.

La acción la inicia una cíclope, se presenta repentinamente extrayendo leche de sus pechos y destacándose en el lugar más alto del escenario, es imposible no apreciarla. La cíclope cobra un rol muy valioso en el escenario, está presente en cada momento y, por supuesto, es la que todo lo ve. Este personaje (a quién Iride Mockert da vida magistralmente) lucha con todo lo malo que sucede alrededor, seguirá de cerca a Pamela, será una especie de protectora.

Pamela (interpretada por una joven Camila Peralta, quién llama la atención desde el primer momento que pisa el escenario y a quién habrá que seguir de cerca), una chica frágil, indefensa que siente mucho amor por Áyax, un amor no correspondido. La muchacha sigue los pasos de ese desgraciado que lo único que hace es pensar, hablar y preguntar qué significan los mensajes de WhatsApp que recibe Helena. Esa mujer que nunca vemos y, que parece ser la misma que ya conocemos de la mitología, la más bellas y con mil pretendientes.

Áyax con uno de sus socios juegan constantemente hasta lastimar a Pamela, como si nada malo estén haciendo, sin tener ni sentir culpa alguna. Al final la joven queda derrumbada en la profunda fragilidad, arrastrada a la muerte sin encontrar un sentido para permanecer en esta vida que le fue injusta.

Así pues, veremos cómo los hombres contemporáneos traicionan, al mismo tiempo que son traicionados y lastiman sin medir ningún tipo de consecuencias, solo están interesados en su bien estar. Completan el elenco dos personajes brillantez y de particularidades que los hacen únicos dentro de la puesta: el tío gay (Lalo Rotavería) y el coro (Rosalba Menna). El primero es el que revive de otra vida y nos invita a un recorrido divertido de lo que fue hace un par de años la jugosa noche porteña. El segundo comprende al coro interpretado por una sola actriz que se desdobla en dos personalidades, ambos son geniales.

El mundo de la mitología tira sus piscas de a ratos  y el mundo marginal que se acerca más a nuestras vidas contemporáneas con sus destratos y los nuevos modos de comunicación con los que estamos mal acostumbrándonos. En cada momento, vemos avecinar el desastre, hasta que el mal trago se acerca a paso lento y cuando llega el nudo en la garganta es difícil de sostener entre las butacas.

El paso de tiempo llego acompañado de muchos cambios, pero cambios que no son fáciles de asimilar para todos. La gran pregunta es ¿por qué violentar a una joven si solo quiere un poco de amor? pues, un amor no correspondido, pero un amor al fin. En definitiva, creo que en nuestros días faltan más acciones que palabras. Pero acciones que reflejen confianza y que una vez por todas nos permita ser simplemente libres.

Pequeña Pamela se trata de una que vale la pena ver, tiene varias funciones, en un horario accesible y en una sala que da gusto disfrutar del teatro.


Ficha técnica

Elenco: Marcos Ferrante, Santiago Gobernori, Julián Larquier Tellarini, Rosalba Menna, Iride Mockert, Camila Peralta y Lalo Rotavería / Colaboración artística: Nahuel Vecino / Coreografía: Luciana Acuña / Diseño de sonido y música: Lucas Martí / Diseño de iluminación: Matías Sendón / Diseño de vestuario y máscaras: Gabriela A. Fernández / Diseño de escenografía: Matías Sendón y Ariel Vaccaro.

Teatro Sarmiento: Av. Sarmiento 2715, CABA / Funciones: jueves a domingos 20hs.