Por Candela Vey
A una semana de su clausura y como una especie de resumen de esta nueva edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata les contaré un poco el recorrido qué hice, mis impresiones de las películas que vi, alguna data de los próximos estrenos en salas y plataformas y mi amor incondicional por esta ciudad costera.
Todos los años hago recorridos distintos en cuánto a las secciones del festival, primero elijo por directorxs que me gustan, después me centro en las diferentes competencias, prestando especial a atención a la Argentina y a los documentales en general. También hago mi paso por las retrospectivas, los homenajes y las películas de la Hora cero. Lo que se dice un recorrido bastante ecléctico, variado y para todos los gustos. Pero este año, además, me centré en las películas dirigidas por mujeres y en lo que cada una de estas realizadoras tenía para aportar desde una perspectiva de género a cada una de esas secciones que integran el festival y la experiencia fue aún más movilizadora.
Como el año pasado, la 36° edición también iba a ser online por la pandemia pero unos veinte días antes del comienzo del Festival se decidió hacer una edición hibrida, con películas por streaming pero también de manera presencial en las salas de cine de Mar del Plata. Se tardó en comunicar la programación —se hizo una presentación en el cine Gaumont una semana antes de arrancar—, se tardó en poner en venta las entradas y se demoró en la entrega de credenciales para la prensa. Fue un caos, sí, pero volver a la ciudad costera, reencontrarse con el público, les realizadores y amigxs en las salas fue una gran alegría que se iba contagiando en cada una de las reseñas, comentarios en redes sociales y en las charlas con el público entre función y función.
Mi visionado arrancó el viernes 19 de noviembre al mediodía en la hermosa sala del Auditorium a unos pocos metros del mar. La presentación estuvo a cargo de Pablo Conde y un representante de la Embajada de Francia para dar comienzo a la primera proyección de la Competencia Internacional con Petite Maman de Céline Sciamma, la directora de la galardonada “Retrato de una mujer en llamas” (2019). La película es de una destreza de guion y técnica realmente admirable; las protagonistas son dos niñas de 8 y 9 años que se encuentran en un bosque donde también se (re)encuentran el pasado y el presente. Una abuela que muere, una madre que tiene que irse y una niña que tiene que dejar de serlo para convertirse en adulta. La película habla de muchas cosas pero sobretodo se centra en las cuestiones referidas a la maternidad, a los trabajos de cuidado que hacemos las mujeres desde que somos niñas, desde ese momento en que empezamos a cuidar a unas muñecas de trapo como si fuesen nuestras hijas, de hacer de madres de nuestras propias madres y hacer de nexo (y de puente) entre dos generaciones. El film de Sciamma obtuvo el premio a Mejor Película de la Competencia Internacional y Mejor Dirección de Fotografía para Claire Mathon.
Por la noche fui a otra sala maravillosa, la del Teatro Municipal Colón, para ver una película dirigida por un hombre pero sobre una mujer directora: María Luisa Bemberg: El eco de mi voz (Alejandro Maci), un documental “homenaje” sobre una pionera del cine sonoro argentino, una mujer que empezó a dirigir a los 59 años, proclamándose feminista, que realizó 6 películas: “Momentos” (1980), “Señora de nadie” (1982), “Camila” (1984), “Miss Mary” (1986), “Yo, la peor de todas” (1990) y “De eso no se habla” (1993). Todas películas con perspectiva de género, con mujeres protagonistas, que venían a pararse de manos al patriarcado. El documental tiene un excelente material de archivo y unos audios de Bemberg en conversación con el director (quién había sido su asistente de dirección en sus últimas películas) en las que como una suerte de memorias y a modo de despedida van acompañando las imágenes de archivo y los fragmentos de su filmografía.
Mar del Plata es hermosa, o por lo menos para mí lo es, es la ciudad que más veces visité en mi vida, pasando mi infancia y adolescencia en una Bristol abarrotada. Mar del Plata es una ciudad popular, es sinónimo de familia, de vacaciones pero también de escapada durante el año y por sobretodo es cine, uno de los poco festivales clase A del mundo que ha sobrevivido a las crisis económicas, cambios de gobierno, dictaduras y una pandemia. En esta ciudad costera nació una sociedad cultural comunista eslava y secreta, creada para infiltrarse en el Festival y establecer contacto con las delegaciones de los países socialistas. Danubio de Agustina Pérez Rial (oriunda de Mar del Plata) es una película compuesta íntegramente de archivos y voz en off, un hibrido entre el documental y la ficción que pone en evidencia cómo operaban los servicios de inteligencia en plena Guerra Fría y deja pensando en aquellos años de ebullición político-social, y qué pasó con el Festival que en ese mismo año, 1968, fue el último hasta su vuelta en 1996. La película de Pérez Rial obtuvo el premio a Mejor Dirección de Largometraje de la Competencia Argentina.
Dentro de esta competencia —que por cierto tuvo un gran nivel este año— se encuentra mi película preferida de la 36° edición: Las cercanas de María Álvarez, un documental del que había visto unas pocas imágenes en la competencia Work in progress de 2019 y ya me había interesado tanto su temática como su realización. Dos hermanas, las gemelas Cavallini, de 90 años, viven juntas en un departamento abarrotado de recuerdos de otros tiempos, fotografías, muñecas antiguas traídas de Alemania y un piano que ocupa casi todo el departamento. Entre estas dos hermanas: Isabella y Amalia, se suceden intensas discusiones pero también un amor profundo por la otra, construido a base de elecciones, renunciamientos y el ineludible paso del tiempo. Luego de “Las cinephilas” (2017) y “El tiempo perdido” (ganadora de la Competencia Argentina de la 35° edición del Festival), María Álvarez cierra con “Las cercanas” esta particular trilogía sobre cómo el arte, motor y elemento transformador, dialoga con nuestra vida a lo largo del tiempo. La película obtuvo el Astor Piazzolla a Mejor Película de la Competencia Argentina. Una maravilla de la que no quiero decir mucho más para que apenas se pueda ver nuevamente en el cine, vayan a verla porque realmente inunda de emoción.
Dentro de la sección Hora cero, ví Titane de Julia Ducournau, la película que ya había generado polémicas y la Palma de Oro en el Festival de Cannes, en el cine Ambassador con una sala repleta que no respetaba ningún tipo aforo y protocolo por pandemia haciendo todo aún más polémico y violento como lo es la película misma. Alexia (Agathe Rousselle) la protagonista, tiene un terrible accidente de niña que le hace llevar una placa de titanio en la cabeza y de alguna manera, esta nueva identidad humana/máquina intensifica su actitud de incorregible. Una película sobre gente rota y en soledad, que se busca y se encuentra a golpes de emociones violentas, que se desarma y transforma. La nueva película de la directora de Raw (2016) es una aventura visceral y sensorial sobre las relaciones humanas, familiares y sobre las identidades en un mundo cada vez más apocalíptico. No sé si puedo decirles que me gustó, de hecho toda la primera mitad de la película tuve que cerrar los ojos por su extrema violencia, pero a partir de la segunda mitad la película se vuelve más profunda y nos invita a una reflexión sobre la deconstrucción de los géneros, incluso el humano. Todo muy Cronemberg y Tarantino pero interesante para ver, actualmente está en Mubi pero seguramente tenga su estreno comercial.
Dentro de la Competencia Latinoamericana se proyectó El perro que no calla, la sexta película de Ana Katz, una de mis directoras argentinas favoritas. Su protagonista es Sebastián, un excelente Daniel Katz (hermano de la directora y colaborador en el guion en alguna de sus películas) un personaje solitario que tiene una perra que no puede dejar sola porque llora y molesta a los vecinos, va boyando de trabajo en trabajo poniéndole una onda perturbadora a la situación, se traslada de geografía, conoce a una chica y sigue su vida de manera imperturbable incluso cuando se desata una pandemia (cabe aclarar que la directora terminó de rodar la película en 2019) y todo se pone patas para arriba. Creo que la película nos habla de que lo que no calla nunca es la angustia existencial en un mundo en decadencia, de la precarización laboral, de normalizar ciertas cuestiones que nunca deberían normalizarse y de que la vida que nos toca vivir en este mundo es una domesticación constante —así como sucede en El Principito con la flor y el zorro— de la que su protagonista es presa y a la vez trata de zafarse.
Para terminar, cabe destacar la presencia de Netflix en esta 36° edición con grandes películas como El poder del perro de Jane Campion con Benedict Cumberbatch, Kirsten Dunst y Jesse Plemons (ya está disponible en la plataforma); The Lost Daugther, la primera película de Maggie Gyllenhaal con Olivia Colman, Dakota Johnson y Jessie Buckley sobre la novela homónima de Elena Ferrante (se entrena el 31 de diciembre en la plataforma con el título “La niña perdida”) y el último film de Pedro Almodóvar: Madres Paralelas que fue la película de clausura del 36° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, en la sala del Auditorium (se estrena en Netflix en 2022 pero esperemos que también lo haga en los cines argentinos). Esta serie de películas las reseñaré en breve porque seguramente tengan su participación destacada en los próximos premios Oscars.
Bonus:
Dentro de las películas que vi tanto presencial como online cabe destacar para que se anoten: Camila saldrá esta noche de Inés Barrionuevo, sobre la generación de las nietas con el pañuelo verde y 9 de Martín Berrenechea y Nicolás Branca sobre un jugador de fútbol con un padre-manager interpretado magistralmente por Rafael Spregelburd. Ambas películas fueron integrantes de la Competencia Latinoamericana. Espíritu sagrado de Chema García Ibarra, película española con tono absurdo a lo Alex de la Iglesia pero con un submundo sobre la pedofilia realmente perturbador, integrante de la Competencia Internacional y el último documental de Pino Solanas: Tres a la deriva del acto creativo, su película póstuma que fue la de apertura del Festival, en la que refleja conversaciones y reflexiones sobre tres artistas consagrados: Eduardo Tato Pavlosvsky, Luis Felipe Yuyo Noé y el propio Solanas. Si bien siempre una película de Pino es bienvenida (mucho más porque fue su último film) quizás también resulte interesante hacer un paralelismo con “Las cercanas” de María Álvarez y ver cómo el mundo, a pesar del paso del tiempo, sigue siendo un lugar para hombres y no para mujeres.
Hasta aquí llegué con mi cinefilia por este año, espero que puedan ver todas estas películas en salas de cine y/o en plataformas oficiales y hacer que el cine, a pesar de la pandemia, siga vivo y demostrando que todavía se pueden hacer grandes películas y que las mujeres realizadoras están en el podio del saber cómo contar historias, las celebro con la copa bien en alto y voy yendo a comprar pan dulce porque se nos termina el año y porque no sé ustedes, pero yo me vuelvo a Mardel a recibir el 2022 =)