Este año fue realmente para el olvido, no pudimos hacer muchas cosas como habitualmente estamos acostumbrados. Pero aprendimos miles de protocolos para todo tipo de situación y lugar, y en medio de ese caos generalizado, donde parecía que eran los últimos días de nuestras vidas, en medio de esa desesperación, también crecimos.
La cultura tampoco escapó a las consecuencias provocadas por la pandemia del COVID-19. No pudimos reunirnos en el cine ni en la sala silenciosa del teatro, esos espacios de encuentro cultural entre amigos, colegas y espectadores de todo tipo que tan bien nos hace a quienes amamos el Arte.
Dentro de este panorama negativo en el que empezó a transitar la cultura en general hubo que buscar nuevos espacios de encuentro. De un lado de la tarima, músicos, actores, escritores y artistas en general se las ingeniaron para ejercer su oficio y divulgar su talento. Y detrás de la pantalla, el público, ansioso y siempre fiel, acompañándolos desde sus hogares y en la comodidad de sus sillones. Al fin de cuentas, entre tanta desdicha, algo bueno tenía que emerger: la modalidad de la cultura virtual a través de los dispositivos tecnológicos. Una forma de entretenimiento que sin duda ya está completamente instalada. Y para largo rato.
Las plataformas en línea fueron las más beneficiadas y junto a ellas todos los contenidos audiovisuales que están a nuestro alcance. Las opciones son múltiples: Netflix, Amazon Prime Video, Flow, Disney +, entre tantas otras plataformas que ofrecen reproducciones infinitas en cualquier momento del día. Todas ellas están disponibles con una módica suscripción.
Así que este año que superó (y sigue superando) todas las ficciones inimaginables dejó mucho material… Y por eso decidí terminar este maldito 2020 recomendando algunas series que disfruté mucho en Netflix. Empezamos…
Poco ortodoxa se trata de una miniserie que cuenta la fuga de Esther Shapiro de la comunidad judía a la que pertenece, viajando de la caótica Brooklyn en los Estados Unidos a Berlín. Ella será perseguida por su esposo y su cuñado tras enterarse ellos que está embarazada. La historia está basada en la experiencia de Deborah Feldman, pero solo se centra en su pasado. La nueva vida en Berlín de Esther es creación de las productoras y guionistas Alexa Karolinski y Anna Winger, y la dirección está en manos de Maria Schrader. El deseo de la protagonista por ser ella misma en este viaje que le abre el camino a una nueva existencia.
Shira Haas interpreta maravillosamente a Esther, esta joven que se ha convertido en un personaje muy sentido por todas las mujeres. Ella pertenece a esta comunidad ultra ortodoxa, pero además puede ser la representante de miembros de otras culturas igual de conservadoras. En plena cuarentena esta miniserie fue furor en Argentina, no hubo quien no estuviese comentándola, recomendándola y alabándola. Bien merecido se lo tiene. Si todavía no la viste, es una excelente opción para el comienzo del nuevo año.
Califato es otra gran serie revelación. Cuenta con ocho episodios y fue creada por Wilhelm Behrman y Niklas Rockström. La historia se centra también en una sociedad de muy estructurada y de larguísima tradición como la del Islam. Aquí se hilvana la vida de varias mujeres mediante la sospecha de un atentado terrorista en Suecia.
Aliette Opheim interpreta a Fátima, una oficial de la Säpo que está tras la captura de los responsables de los atentados y para eso se hace con la ayuda de Pervin (Gizem Erdogan), una sueca musulmana que quiere escapar de Siria con su bebito. Esta propuesta resulta una buena opción para seguir indagando en las temáticas de comunidades cerradas, y el rol que cumplen y los poderes disímiles que ejercen sus miembros a través de las rígidas jerarquías.
Oscuro deseo es una idea de Epigmenio Ibarra y Kenya Márquezuna, y tiene todo el encanto y erotismo mexicano. Un asesinato revelará los secretos que esconden los implicados en la trama. En el transcurso de la resolución se irá revelando la culpabilidad en la ejecución del crimen a través de una serie de flashbacks que profundizan en los enigmáticos personajes. Así, descubriremos conexiones inesperadas que nos harán aferrar a nuestros sillones de casa en cada uno de los inquietantes episodios.
Alguien tiene que morir es el título de una miniserie dramática perteneciente al director y guionista Manolo Caro, y está interpretada por la incansable Carmen Maura (Amparo) a quien la acompaña Cecilia Suárez (Mina), Ernesto Alterio (Gregorio) y Carlos Cuevas (Alonso). Cuenta una historia de amor homosexual durante la implacable, oscura y férrea época del franquismo español. Dos familias de valores tradicionales están preocupadas por mantener una imagen de prestigio de su círculo primario en una sociedad que anteponía ante todo las “buenas costumbres” con el fin de evitar el qué dirán…
Esta posición estructurada enfrenta a Amparo, la abuela mala que hace lo imposible por mantener la fachada familiar, en contra de Mina, la madre a quien no le importa nada con tal de proteger a su hijo.
Si hubo expectativas por esta miniserie, se debe a que puso mano el mismo creador de La casa de las flores. A medida que avanza este relato, se presenta una serie de imágenes estáticas que preanuncian lo que vendrá, impactando y produciendo curiosidad en la misma medida que se va ralentizando la relación de amor narrada en el presente. Pero que a su vez tiene enorme resonancia retroactiva en el otro vínculo del pasado, aquel que en tal período tenía estatus de prohibido. Cabe destacar que aunque resulta interesante debido al contexto en el que se desarrolla el relato este resulta un tanto predecible.
Ryan Murphy puso su particular sello en Ratched, una serie interpretada por la alucinante Sarah Paulson en el rol de una enfermera perversa y manipuladora llamada Mildred Ratched, quien esconde un oscuro pasado que se presenta poco a poco, entre capas de información. Su vida dura la lleva a vivir una especie de revancha que luego se le volverá en contra. Esta obra es una mezcla de suspenso y terror, y posee una iluminación, fotografía y vestuario espectaculares. A ello se suman unas actuaciones generales de excepción, que impedirán quitar los ojos de la pantalla.
La vida ante sí está dirigida por Edoardo Ponti y protagonizada por la siempre refulgente Sophia Loren. Se trata de una adaptación de la novela de Romain Gary titulada la La vida por delante. La Loren se pone en la piel de Madame Rosa, una judía sobreviviente de un campo de concentración y ex prostituta. Desde hace unos años ella se dedica al cuidado de niños abandonados por trabajadoras sexuales. Un día en su tranquila vida y con pocos chicos a su cargo llega Momo, un jovencito huérfano oriundo de Senegal. Este es un rebelde que no quiere estar en la casa, por lo cual se las rebusca para andar en la calle rodeándose de malas compañías. En el medio de su descontento irá estableciendo una bella relación con Rosa, quien se encuentra con problemas de salud que la llevan a ponerse al cuidado del rebelde senegalés. Una película muy emotiva que se da el lujo de tener la brillante actuación de esta gran actriz italiana.
Todas estas obras tienen un fuerte enfoque en las mujeres, en las que se muestra una valentía particular que las conduce a luchar y a defender lo que creen les pertenece.
Por su parte, las plataformas por streaming, de transmisión audiovisual, venían tambaleándole el piso al modelo de la distribución cinematográfica tradicional. Ellas encontraron en esta etapa de confinamiento su máximo éxito. La taquilla hoy está instalada desde la comodidad de nuestras casas, aún cuando nunca logre el encanto de la presencialidad que solo nos regala las salas de los cines tradicionales con sus gigantescas pantallas.
Para cerrar, el arte tiene una función en el público que se ve transformado, algo en la vida de uno cambia, cada una de estas producciones en lo personal me ha modificado, algunas más, otras un poco menos. Pero sin dudarlo puedo decir que después de cada uno de estos visionados mi vida dejó de ser la misma. Crecí y me enriquecí; al menos esto es lo que creo y siento. Un nueva experiencia cultural que en este fin de año quiero promover y compartir, manteniendo mientras la distancia.