Flow (2024)
Por Eduardo Jorge Gil Michelena

Un viaje hacia la cooperación

Flow, dirigida por Gints Zilbalodis, es una obra cinematográfica que se aleja de las convenciones del cine de animación tradicional y de “espectáculo”. Su enfoque minimalista, sin diálogos y con una representación naturalista de los animales, crea un espacio para una reflexión profunda sobre la cooperación, la xenofobia, y la violencia. Lo que parece a simple vista una historia sobre la supervivencia y el rescate en un mundo sumido en la inundación, es en realidad una crítica compleja sobre las dinámicas sociales, la solidaridad y los prejuicios.

Elección de especies animales: Un mensaje contra la xenofobia

Una de las elecciones más intrigantes de Flow es la selección de las especies animales que forman el grupo protagonista. En un contexto que se desarrolla en una región ficcional, un conjunto heterogéneo de animales que, en la vida real, provienen de diferentes ecosistemas, tanto geográficos como culturales colaboran activamente para lograr el éxito conjunto. La narración está planteada desde el punto de vista de un gato gris oscuro; en ella se inscribe en su marco narrativo un perro labrador (cuyo hábitat es global), un carpincho (originario de las zonas húmedas de Sudamérica), un pájaro secretario (de las sabanas africanas), y un lémur de cola anillada (que habita Madagascar). La presencia de estas especies en un mismo espacio es geográficamente inviable en el mundo real, lo que abre la puerta a una interpretación más profunda sobre el metatexto de la película: la coexistencia de especies que representan diversas culturas y regiones del mundo podría ser una alegoría de un deseo de paz y colaboración entre los pueblos.

Esta mezcla de animales parece un claro símbolo de la inclusión de lo “exótico”, lo “ajeno”, el “otro” desafiando las fronteras geográficas y culturales. En la película, no solo se muestran como coexistentes, sino que los animales dependen unos de otros para sobrevivir, lo que puede ser interpretado como un mensaje contra la xenofobia. ¿Por qué un carpincho, un animal autóctono de América del Sur, estaría en una película cuya ambientación evoca un mundo europeo? La respuesta podría ser que la película está proponiendo una alegoría sobre la importancia de la colaboración global, donde la diversidad cultural y geográfica no debe ser vista como una barrera, sino como una fortaleza para superar los retos colectivos.

La cooperación mutua y el modelo de liderazgo

Otro aspecto clave de Flow es su representación de la cooperación entre los animales. A diferencia de las producciones más convencionales, como las de Disney, donde suele haber un líder central y las relaciones de poder son evidentes (y a menudo violentas), en Flow no existe una jerarquía clara. En lugar de un líder único que guía la aventura, los animales toman turnos para timonear la embarcación, mostrando un modelo de conducción compartida. Esta rotación de responsabilidades no solo refuerza la idea de cooperación mutua, sino que también desafía la noción tradicional de un héroe único, como el que se encuentra en las películas de Disney.

El hecho de que tampoco haya un capitán exclusivo en la embarcación refuerza aún más la narrativa de colaboración colectiva, en la que todos los animales, independientemente de su origen, fuerza o sagacidad tienen un papel igual de importante en la supervivencia del grupo. Esta dinámica es enérgicamente opuesta al esquema Disney, donde la violencia, la competencia y las luchas de poder entre los personajes, muchas veces gratuitas, son motores de la acción.

Además, la representación de los animales en Flow es notablemente naturalista (salvo algunas licencias poéticas necesarias). A diferencia de las películas de animación tradicionales, donde los personajes animales suelen ser antropomorfizados para hacerlos más “humanos” y comprensibles, en Flow los animales se comportan tal y como lo harían en la naturaleza, comunicándose a través de sus sonidos naturales. El gato se mueve como un gato, el carpincho interactúa como un carpincho, y el perro no habla ni actúa como un ser humano. Esta falta de humanización permite que el mensaje sea aún más universal: la cooperación y la solidaridad no necesitan ser explicadas verbalmente, sino que pueden entenderse a través de la acción.

El simbolismo de la jauría de perros

Uno de los momentos más relevantes en la trama es cuando el grupo de animales protagonista salva a una jauría de perros en tierra firme, un grupo de perros “continentales” que representan a razas de origen europeo. Después de ser rescatados, estos perros saquean los víveres acumulados por el grupo diverso de animales, un acto que puede leerse como una crítica a las dinámicas de poder, explotación y saqueo que ocurren en la sociedad globalizada. La jauría de perros, que originalmente aparece como una amenaza, es salvada por los animales de diferentes orígenes, pero su posterior saqueo pone en evidencia cómo los poderosos, al ser rescatados, tienden a aprovecharse de los más vulnerables.

Este episodio refuerza la crítica contra la xenofobia y la injusticia social. La jauría de perros podría simbolizar a aquellos grupos que, al recibir ayuda de los “extranjeros”, terminan explotando a quienes los salvaron, representando así la indiferencia o incluso el abuso que puede surgir de los privilegios heredados por las potencias históricas.

La ausencia de violencia: Un contraste con Disney

En comparación con las películas de Disney, donde la violencia y los conflictos de poder son una constante, Flow presenta una narrativa pacífica. Las pequeñas controversias que surgen entre los animales son resueltas sin agresión física ni violencia gratuita. La película no recurre a peleas ni a disputas violentas por el poder, sino que se enfoca en las soluciones pacíficas, colaborativas y hasta democráticas que surgen cuando diferentes seres se enfrentan a un desafío común.

En las películas de Disney, como en muchas narrativas tradicionales, el héroe o la heroína es casi siempre una figura central que lidera el grupo y derrota a los enemigos a través de la fuerza bruta que además es ejercida de manera brutal y hasta sádica. En Flow, por el contrario, no hay un héroe único, sino que todos los animales, independientemente de su especie, tienen un papel fundamental en la resolución de los conflictos y en la lucha por la supervivencia. Esta ausencia de violencia y esta estructura horizontal de poder subrayan un mensaje claro: la colaboración, no la competencia ni el enfrentamiento, es el camino hacia el éxito y la superación de las adversidades.

Conclusión: Un mensaje de esperanza y unidad

Flow es una obra profundamente simbólica y reflexiva que ofrece una crítica directa a las estructuras de poder, la xenofobia y la violencia presentes en muchas narrativas convencionales. A través de su representación de una cooperación mutua entre especies geográficamente y culturalmente diversas, la película sugiere que la verdadera fuerza radica en la unidad y la colaboración, no en la lucha individual por el poder. Al presentar una aventura sin líderes, sin violencia y con un enfoque en la solidaridad, Flow redefine el concepto de heroísmo y plantea una poderosa alegoría sobre la necesidad de trabajar juntos, independientemente de nuestras diferencias, para salvar lo que queda de un mundo amenazado por el caos.

Este film no solo es una obra de arte visual impresionante, sino también un mensaje profundo sobre la inclusión, la empatía y la cooperación global, que no solo debe resonar en el ámbito de la animación, sino también en los corazones de quienes buscan un futuro más justo y solidario.


Ficha técnica:

Flow (2025)

Dirección: Gints Zilbalodis País: Letonia Año: 2024 Género: Animación. Guion: Gints Zilbalodis, Matiss Kaza Duración: 83 min.