Por Gean Pool Uceda Espinoza

“Soy un bicho de teatro de acá a la China”

Diluvia en Buenos Aires, nuestros planes hacen aguas en primera instancia en ese café en el que quedamos, así que Francisco decide cambiar de lugar. Por aquí hay un bar… sugiere, pero luego sugiere mejor y decide ir al teatro y yo obviamente digo que sí. Antes se pide un café y un alfajor. Me seduce la idea de volver a estar en un teatro sin gente, justo cuando están en plena preparación para la función. Caminamos bajo la lluvia unas cuadras, entramos al teatro y previas presentaciones y muchos saludos afectuosos hacia él, vamos a uno de los palcos, lugar privilegiado para poder comenzar una entrevista.

¿Cuándo comienzas a hacer teatro?

A los 13 años. En séptimo grado acá, tenés que anotarte en la secundaria y mi hermano iba al Nacional de Buenos Aires, que es como si yo te dijera, el colegio más top que tiene un ingreso que es muy difícil y a mi hermano le fue re bien, y todo indicaba que yo iba a seguir ese camino y cuando estaba haciendo el curso de ingreso, y a la mitad yo le dije a mi mamá, no quiero ir al Nacional de Buenos Aires, quiero hacer teatro, pero no había hecho nunca. Zarpado. No sé bien de donde, si vos me preguntás, yo me acuerdo de haber ido a ver obras que me habían volado la cabeza de chico. No tengo familia en el teatro, no conocía a nadie, ósea nada. Pero tenía una especie de certeza medio extraña. Bueno, entonces mis padres no me habían anotado aún en el colegio, pensaban que iba a ir al Nacional de Buenos Aires porque me iba bien en la escuela, y bueno, finalmente terminé en el colegio en el que mi papá trabajaba, que me hicieron un lugar. Porque yo medio que decidí ahí y me anotaron a una escuela de teatro que es Andamio 90, para el año siguiente. Yo empecé a estudiar en un grupo preadolescente de teatro.

Francisco Lumerman

¿Y todavía existe esa escuela?

Sí, ese lugar existe, Alejandra Boero es una actriz muy conocida del teatro independiente, quién fundó Andamio 90. Y de ahí cuando entré, en el grupo estaba Lisandro, Diego, Manu, y bueno ahí estudié desde los trece hasta los veinte años. Y a los quince, lo tuve a Claudio Tolcachir de profesor, que daba clases en ese lugar, él se había formado ahí. Y durante toda la secundaria yo estudiaba en Andamio y al mismo tiempo tenía un grupo de compañeros del secundario a los que yo dirigía, escribía y hacía obras en el salón de actos del colegio. Todo empezó muy así. Viste que a los quince años no sabés que vas a hacer. Pero así fue el comienzo, como muy ligado como a algo medio lúdico.

¿Y por qué director?

Es que en realidad yo también actúo, y he actuado por momentos mucho y por momentos poco. Lo que me pasa como actor es que me tiene que recontra convocar la propuesta, porque sino en general prefiero escribir o dirigir. Que se yo, hice Emilia de Tolcachir, estuvo buenísima, hacemos con Lisandro Penelas unos cuentos de Carver, que cada tanto lo hacemos, hacemos uno que se llama Desde dónde llamo es una versión que hacemos y a mi me cuesta hacer temporada, pero por ejemplo en febrero vamos a hacer cuatro funciones. Yo por ejemplo no dirijo tanto, lo que pasa es que las obras que dirijo duran mucho.

Entonces ¿Director, profesor, actor o escritor?

Es variadito. Ósea una sola cosa no. El director para mi es una actividad que me gusta, es muy neurótica. Necesito como más del actor relajado. Después por ejemplo me canso y quiero estar solo en mi casa, y me pongo a escribir. Como que voy y pongo todas las energías, lo que más me gusta es pasar de una cosa a la otra. No instalarme. Y a su vez, que se vaya retroalimentando. Mi actividad real y concreta es la docencia. Ósea yo hace años doy clase y es el lugar donde siento que más me identifico. Como sí soy docente de teatro, a todo lo demás voy y vengo, o trato de no tener que escribir para ganar plata. Mi subsistencia está organizada así. Doy clases y después me puedo dar el gusto de hacer cosas que me gustan.

Y ¿Cuándo descubres esa pasión por escribir?

Tarde, en realidad, las primeras dos obras que escribí las escribí como a los veinte años, pero porque no había obras para actuar. Estaba Diego, Lisandro, Manu, entonces queríamos actuar en una obra y no encontrábamos una obra en la que actuaran cuatro personajes de veinte años, no queríamos de viejos. Entonces escribí una obra muy al servicio de nosotros, pensando en que podamos actuar. Así empezó todo, mi dramaturgo empezó muy en función de amigos. Yo quería dirigir algo, entonces escribí algo. Hasta que, escribí una obra que se llama Te encontraré ayer, fue a los 27. Y Lisandro me dijo, hay un concurso en el Festival Internacional, y yo le dije “No me voy a presentar” y el armó todo, me imprimió todo, y cuando terminó vino y me dijo “presenta”, entonces fui y lo presenté, gané ese concurso y ahí dije: “pará, ah yo puedo escribir” y viste como esas cosas así locas, como que esperando a que alguien te ubique, lo que era una ridiculez, pero como que eso… El jurado era Veronese, Dubatti, Kartún y fue como que ellos dijeron que mi obra era buena, y ahí, siento que empecé a tomarlo como una actividad más importante, la tenía más como en segundo plano. Y después estudié dramaturgia en la EMAD, hice como que el camino inverso al que hacían mis compañeros. Yo llegue a la carrera con obras, con premios, pero nunca había estudiado.

¿Recuerdas a tu último maestro de teatro?

Buenos, está Claudio Tolcachir, Luciano Suardi, Agustin Alezzo, y ahí fui haciendo talleres, pero siento que ya iba como a entrenar cosas específicas, entrenar al actor, otro vínculo. Pero mi maestro es Claudio, en actuación. Desde los quince a los dieciocho lo tuve a él, y aparte el daba talleres afuera donde me invitó a participar, y fui asistente de él mucho tiempo de sus talleres, y de sus obras, y después actué.

¿Y la docencia como se despierta?

Y la docencia, para mí, es lo que te digo fue muy natural, es una ridiculez, pero yo tomaba las clases de teatro y luego iba y dirigía a mis compañeros, les hacía hacer los ejercicios, y a mí me encantaba. A mi me vino todo medio junto, no fue un momento en el que dije “voy a dar clases de…” Es el espacio que más disfruto, es el espacio más brindado al otro, menos especulativo. Y a mi eso me gusta. Muy cansador. Quizás en algún momento daba muchas clases, y tuve que decir necesito nutrirme para volver a salir. Dictaba siete talleres en un año, siete grupos, y dije “me va a dar un patatús”, y también por la intensidad que yo lo hago, lo que a mí me gusta preparar las clases, y leer, lo cual disfruto mucho. Y porque también siento que muchos profesores eran exalumnos y había algo como siento que tuve grandes profesores, también grandes compañeros que daban clases en la escuela. Estaba muy presente la docencia.

¿En que parte de la curva de tu vida estás en este momento?

En un momento de cambio, la pandemia movió todo, como siento que llegué a lugares que me interesaba estar. Me pasa algo concreto que siento que es como apostar más a los proyectos como que más singulares, a lo que más me interese. Como de expansión, y esto es un poco de eso (refiriéndose al Amo del Mundo)

¿Qué tipo de teatro no harías?

Hice de todo, hice teatro comercial, hice independiente, hice teatro oficial, todo, creo que ahora lo que me daría el lujo es no hacer lo que no tengo ganas. Que lo he hecho y ahí sí que no la pasé bien. Depende como de la conjunción de personas, de la propuesta, como que es más así, mas que una cosa que no haría.

¿Te gustó la experiencia de El Marginal?

Sí, me gustó, de hecho, ahora estuve y grabé como ahora vuelve mi personaje, y se han grabado (la temporada) cuatro y cinco, y bueno, estuvo bueno. Me re gusta hacer tele, cine, eso me encanta. También son actividades que a veces no conviven tan bien con otras, como que ahora para hacer esto (El Amo del Mundo) tuve que decir que no a cosas, porque no son compatibles, por los horarios de la televisión. Siento que yo estoy eligiendo cosas. Pero a mi me encanta actuar lo veo como muy relajado con respecto a otras cosas. No se si quiero que sea mi actividad principal, pero me encanta hacerlo.

¿Te animarías a dirigir alguna película?

Hace poco lo empecé a pensar, como pensar en ese formato. Recién ahora, diría que es algo muy incipiente, o lo mismo escribir para tele. Como que nunca lo había pensado y digo ¿Qué hay ahí? También como que la red y las plataformas están como mucha nueva y veo cosas buenísimas. Pero bueno, soy un bicho de teatro de acá a la china, también lo sé.

¿Y proyección internacional?

El Amor es un Bien, se hizo en Uruguay, se hizo en Chile, y también dicté talleres en Uruguay. Siento que salvo en Lima, lo demás es como acompañando a las obras con las que a veces voy. Pero bueno, el año que viene es ver si ir a Bogotá, hay cositas que se van armando, en algún momento me desvelaba un montón la idea. Como que me gustaba mucho. Con Emilia yo viajé mucho, pero es muy complicado por la logística familiar y esas cosas. Ósea está bueno, pero no me encantaría vivir así, no es algo que yo proyecte. Me doy cuenta que a mí lo que me gusta es hacer la tarea, me gusta si estoy en Bariloche, acá, en Perú, en Bogotá, la paso bien, soy apasionado de hacerlo, ¿Viste? Después cada territorio me va trayendo como nuevos desafíos, o cosas que entender cómo funciona la actuación en otros lugares. Eso a mi me entusiasma, me interesa. Como cuando hay acuerdos distintos, en Lima yo decía una cosa y se escucha otra, y tiene que ver con lo que uno aprendió. Cómo se nombra a las cosas. Y eso me divierte de dar clases en otros lados.

¿Qué es lo que encuentras en el teatro que no hace que lo dejes? ¿Qué te hace ser ese bicho de teatro?

Creo que lo primero que te diría sería “el presente” y “el entrepersonas”, y eso es algo calculo que en el deporte puede ser algo parecido. Como esa sensación de equipo y que algo puede estar pasando en el partido. Como esa sensación de vértigo del presente. Y trabajar con personas, el material de la humanidad de cada una de las personas con las que trabajo, desde actores, cuando doy talleres, siento que todo el tiempo voy como interpelándome a mí y en el trabajo voy interpelando sobre la condición humana y eso es algo que siempre me cautiva. Y siempre lo que me conmueve de cuando voy a ver algo que en el algún lugar me toca, tiene que ver con la humanidad. Es como una cierta unión entre la historia de la humanidad que se hace presente en el trabajo y creo que hay algo ahí que me toca “un lugar”, no viví nada parecido.

¿Cuál es el gran proyecto de teatro que quieres hacer en algún momento de tu vida?

No lo tengo, sé que ahora estoy terminando de escribir una obra y como que es “mi obra” y lo que quiero hacer ahora es eso, porque medio que puedo hacer lo que quiera dentro de los límites de lo posible. Me ocupo de tener un espacio para poder presentar las obras que quiero, a la manera de producir lo que yo quiero. Eso es la gran libertad. Aprendí a no idealizar al anhelo de estar en lugares. En general me fueron pasando cosas así. Y siento que lo que más me gusta es tratar de ser honesto con lo que quiero hacer, mi gran anhelo es tratar de hacer lo que quiero hacer. No perderme, eso pasa. Es un poco desear el deseo, esas cosas ya no me pasan.

¿Cómo te ves en treinta años?

Mi situación sería escribiendo en un lugar lejos, viniendo cada tanto a una puesta a dirigir. Tengo la fantasía del escritor que vive lejos de la ciudad y después viene y estrena algo. Y también dando talleres y esas cosas. Yo no dejaría de hacerlo. Lo que me he dado cuenta es que yo hago lo que quiero hacer siempre. La proyección también es larga, lo quiero seguir haciendo, pero también quiero hacer otras cosas. Pero yo tengo un poquito de tiempo de ocio y no se qué hacer. Me gusta lo que hago y siempre estoy haciendo cosas. A veces me llama y a veces le contesto. Pienso en eso bastante, el origen de cómo yo empecé a hacer la actividad está muy ligada a cosas que no tiene nada que ver con el sistema, ni de legitimación ni de la adultez, ni los premios, ni nada. A mi gusta que haya gente que quiera venir a ver lo que hago, me gusta compartirlo, me gusta que la gente que trabaja conmigo esté contenta, que le den ganas de hacerlo, que yo pueda probar cosas, aunque salgan mal. Permitirme que lo que me inquiete entre. Lo demás es como si vienen propuestas grandes, buenísimo, si viene dinero buenísimo, si viene mucha gente buenísimo, sino bueno, como que en otro momento no era así. Me queda mucho tiempo por delante, espero, pero mis anhelos son como muy chiquitos, cortitos. Proyectarme de aquí a cinco años, diría no sé. Si alguien escribe una película y está buenísima, me re anoto, si alguien me dice dirigí en La Coronado, y está buenísimo, me anoto.

Sonreímos, hacemos unas fotos, y le agradezco muchísimo por la entrevista. Está por comenzar “El Amo del Mundo” y el teatro ya está listo para dar sala en un tiempo. El ambiente que se respira es ese, el de un mundo creado por alguien que conoce muy bien su labor, su mundo, un verdadero bicho del teatro.